martes, 24 de abril de 2012

Una teoría sacrificial de la cultura


La explicación que ofrece Girard a este problema es que todos tenemos deseos y éstos no son exclusivos, no son un deseo propio, son un deseo social o de los otros, “un deseo imitado o mimético”, que “imita ávidamente las palabras, los gestos, los comportamientos y sobre todo los deseos de los otros que nos circundan”.

            Por este deseo los niños hacen se aprendizaje social, sin él no sería posible asimilar ni transmitir los conocimientos de generación en generación. Pero imitar el deseo de otros es desear lo mismo, el mismo objeto que el otro desea y esta es la raíz de la rivalidad. El dinamismo mimético, lleva consigo una fuerza expansiva, este proceso imitativo generalizado en el que yo soy modelo de mi propio modelo y modelo para el queme imita y así en una secuencia sin fin, el resultado es un reforzamiento recíproco de la mimesis, de la rivalidad.

            De este modo estamos ante la raíz estructural de la violencia, todas las demás violencias serán derivadas. Así se explican desde este mecanismo mimético los procesos de la violencia. De la misma forma los comportamientos solidarios, altruistas, generosos, Girard, no considera a los hombres intrínsecamente malos, pero tampoco tan buenos,  más bien hay que ver que el mimetismo tiende a agravar todas sus conductas, así también a contrarrestarlas.

            La mimesis de apropiación convierte a los miembros de una comunidad en rivales, para el buen funcionamiento de ésta hay que reprimirla y una forma es proyectar este antagonismo sobre otros, canalizando la violencia en los chivos expiatorios. La a muerte de una víctima tiene el poder de reunir en torno suyo a los miembros de esta comunidad y poner fin a la crisis mimética.

            El paso siguiente es sacralizar a la víctima, si antes del sacrificio ésta era un peligro éste se conjura después del sacrificio y los unifica. En su nombre se toman medidas de prohibición para evitar la contaminación mimética. Cuando reaparezcan las crisis miméticas se volverla a hacer, se imita lo que hizo la victima, dejarse matar por la sociedad, pero ahora se buscará una victima sustitutoria. Es la víctima sacrificial, y estamos ante el rito sacrificial, que va acompañado de un mito, que es en realidad el relato del linchamiento fundados camuflado y este engaño es un esfuerzo por mantener la paz social.

            Los Evangelios semejan un mito, pero se insiste en dejar claro la inocencia de Cristo, que no funciona como chivo expiatorio, sino como victima que deja al descubierto el sistema sacrificial. La solución a la rivalidad mimética camina por el evangelio, hay que romper con el circulo de escalada mimética, haciendo lo contrario de lo que reclama, hay que denunciar que toda la cultura está dominada por la acusación mimética, que busca culpables y hace víctimas.


Mardones José, María. El retorno al mito. 6.2 Una teoría sacrificial de la cultura (R. Girard) Madrid, España.: Editorial Síntesis, 2000. p 125-131.

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