Identificación y pertenencia a través del
mito
Para
mí los mitos han representado la posibilidad de conocer cómo los antiguos
pobladores de Mesoamérica resolvían sus dudas, miedos y preocupaciones, también
daban orden y forma a su existencia, se explicaban los fenómenos naturales, el
origen del hombre y su relación con el cosmos, de igual forma normaban sus
conductas y concebían héroes o dioses que les harían más fácil su existencia.
El propósito de este trabajo es hacer un breve recorrido desde
la aparición del lenguaje como herramienta básica para la construcción de los
mitos, explicar qué son los mitos y cuáles son sus principales características, a partir de
esta explicación, indagar ¿qué función tienen los mitos en el desarrollo de las
culturas? y ¿los mitos de los mexicas, tienen alguna repercusión en nuestros
días?, estos cuestionamientos me surgieron a partir del estudio de textos
históricos, en los que se explica como los pueblos de diferentes épocas y lugares crearon mitos que les daban cohesión e identidad de grupo y reflexionaba si los mitos mexicas creados antes de la conquista podían después del mestizaje cumplir esa función.
El mito en la cultura
Una parte
importante de la cultura mexica son los mitos, (Morin, 2001) “cultura es el conjunto de hábitos, costumbres,
prácticas saber-hacer, saberes, reglas, normas, prohibiciones, estrategias,
creencias, ideas, valores, mitos, que se perpetúan de generación en
generación….”[1], el seguimiento de los
mitos por parte de los integrantes de una comunidad crea los ritos que a la vez
justifican el mito.
Una de estas
necesidades se resuelve con los mitos de origen, que juegan un papel
preponderante en la construcción de las culturas mesoamericanas, los mitos forman
parte de un macrosistema en que todos los ámbitos de su vida se encuentran
interconectados, hasta el punto de formar un orden explicativo de muy amplia
comprensión: la cosmovisión. La vida ritual sustentada por los mitos tenía
preponderancia dentro de la cultura mexica.
Significado de mito
Etimológicamente la
palabra “mito” proviene del término griego mythos, que significa, discurso,
relato, narración, fábula, cuento, con un sentido amplio que se concretaba
según su uso en un contexto determinado, en el siglo V a. C., mythos pasó a designar
el relato tradicional, la narración figurada y dramática, opuesta al discurso
razonado o al razonamiento, el logos.
Qué son los mitos
Los mitos
básicamente son la narración de un acontecimiento fundador, que explica hechos referentes
a un pasado común, una lengua y costumbres semejantes, con un componente
teológico, moral o cosmológico, con el que
los creadores pretenden hacer comprensible y manejable su existencia, ordenar
su realidad y justificar sus vicisitudes. “El mito es (….) el desarrollo
temporal y narrativo de una institución simbólica pura y atemporal”[2],
el mito no necesita el valor explicativo, pero tiene una función simbólica
elaborada mediante analogías con los hechos naturales. También ilustra las
reglas de conducta de los pueblos, la moral, las hazañas en la guerra, proporciona
información sobre la raza, la cultura y la política, aunque también fue
considerado como un discurso artificial por Platón y como un relato falso por Herodoto.
Por supuesto no es un instrumento fidedigno para registrar las acciones de un
pueblo, pero es un importante transmisor de la memoria del pasado de las
comunidades o los pueblos.
Los primeros
hombres crearon los mitos para comprenderse a sí mismos y a la humanidad, “Antes que la historia el
mito fue el primer relato acerca del pasado que intentó ofrecer una idea
inteligible sobre los orígenes del cosmos y del ser humano”[3],
con base en estos relatos se explicaban la relación con sus dioses, entendían
el presente y los grandes temas que les angustiaban y preocupaban, se situaban
dentro la naturaleza y el cosmos, y comprendían su relación con las demás
criaturas. Creaban ritos de adoración que les daban sujeción y control y los
hacían sentirse pertenecientes a esa cultura en particular, brindándoles
seguridad. Los mitos astrales y terrestres daban forma a su concepción del
cosmos, estableciendo sobre éstos verdaderas cosmologías que regían todos los
ámbitos de su vida.
Todo lo que los
hombres no comprendían, los mitos se los explicaban, los acercaban al entendimiento
de su pasado, desde su creación de origen divino, descendientes de un dios creador
o una diosa madre, hasta su transición al mundo de los muerto, en donde se
reunirían con sus antepasados y sus dioses, dándole significación a su paso por
esta vida, donde la finitud de la existencia lo abruma y la creencia de una
existencia después de ésta lo reconforta.
En la cosmovisión
mexica sí existía la figura femenina como creadora de vida o compañera de algún
dios y no en el papel de subordinada, como en la cultura española. Estas son algunas de las diosas más
importantes: Coatlicue, "La de la Falda de Serpientes" (madre de los
dioses y de la tierra), Tonantzin, Nuestra Madre. Madre de Huitzilopochtli, Chalchiutlicue,
" la falda de jade " diosa de la de la purificación. Chalchiutlicue la
compañera de Tlaloc, Xochiquetzal,
significa "flor preciosa" diosa de la procreación y el nacimiento. Coyolxauhqui,
diosa lunar, hermana de Huitzilopochtli e hija de Coatlicue.
En el texto de Austin, Los
mitos del tlacuache, nos explica que con el mito ocurre lo que con la
religión y la magia, son tantos los criterios definitorios, en el mejor de los
casos o la ausencia de criterios claros en el resto, que hace que se formen lo
que algunos llaman “cajones de sastre”,
esta falta de bases definitorias impide la adecuada comunicación entre los
especialistas ya sean etnólogos, sociólogos o historiadores y no sólo con el
afán de que algún día se llegue a la definición única del mito, sino para que con
el conocimiento claro de los distintos puntos de partida se facilite la
discusión científica, por el momento esto no ha sido posible, Para decirlo en
términos de Lévi-Strauss, el estudio del mito seguirá “complaciéndose en el
caos”[4].
(Ricoeur, 1950-1985),
los mitos se pueden clasificar por su temática en tres grupos.
1.
La creación, el origen la era del caos,
donación de dios al hombre
2.
Caída del hombre 2o. Episodio de los
orígenes del hombre
3.
El alma desterrada, concentración en el
mismo destino del alma
Una clasificación similar desarrolla
Florescano, en cuanto a la creación de los mitos, “...cuyo propósito es contar
el origen de tres acontecimientos fundadores: primero
la creación y el ordenamiento del cosmos, luego el origen de los seres humanos,
de las plantas curativas y del sol, y por último el establecimiento de los
reinos y las dinastías”.[5] Los mitos de origen tenían
la peculiaridad de situarse en el momento de la creación absoluta, en la que de una vez y para siempre se
estableció la organización del cosmos y la relación el hombre con la naturaleza, se trata de una
mentalidad que rechaza el acontecimiento, la acción individual y el transcurrir
temporal, concebían a un ser creador del cosmos y del hombre, a una divinidad
vaga y misteriosa, a la que le concedían atributos deseables para sí, un ser
todo poderoso que regiría sus vidas y el cosmos y al que tendrían que someterse
y servir, si no querían sufrir su ira, así el sentido religioso a través del
mito da sentido y unifica, la vida carece de sustancia si no se reproduce en el
momento de la creación. Los mitos también narran la vida del propio pueblo, las
conquistas, la fundación de reinos y constituye una síntesis de sus valores
sociales más estimados, que lo identifican como nación.
Sin embargo el
comportamiento divino no es seguro ni predecible y enfrenta al hombre a la
incertidumbre por lo que tiene que crear ritos que le permitan agradar a su
dios, entregándole ofrendas primiciales, ya sea de sus cultivos o de los
animales que criaban, hasta entregarle lo más sagrado, la vida, dentro de la
cosmovisión de los mexicas los sacrificios humanos estaban justificados, porque
en la construcción de su mundo, proporcionar a sus dioses la sangre y el
corazón humanos ayudaba a perpetuar el movimiento del cosmos. Además, “debían
contribuir con su esfuerzo— y aún con su propia vida- a la continuidad de los
ciclos y a la renovación de las criaturas”.[6]
Los mitos (Austin, 1998 cita a Girard),
principian casi siempre en un estado de extremo desorden, puede tratarse de
fenómenos como inundaciones, sequías o hambrunas, pero en todas partes la
situación puede resumirse como una crisis, que para la comunidad y su sistema
de cultura supone un peligro de destrucción total, por lo que insta a cumplir
con un culto, es probable que mitos y cultos prosperaran juntos, en algunos casos teniendo el mito como origen
y en otros a partir del culto, pero una vez establecidos mito y culto serán
parte integral uno del otro funcionando de modo complementario. También sostiene que el mito encuentra su
origen en el mecanismo prístino de la victima propiciatoria y no sólo el mito,
sino también todo lo religioso fundamentalmente el rito—, las reglas esenciales del orden
cultural, el poder político, el poder judicial, las fiestas, el juego, las
prohibiciones del incesto, el arte de curar, el teatro, la filosofía…….Y hunden
sus raíces, en la institución de la victima propiciatoria para encausar la
violencia incontrolada.
El mito de la
creación del cosmos en los pueblos mesoamericanos tenía el propósito de dotar
de identidad común a un pueblo, sentido colectivo y cohesión, así al sentirse
pertenecientes de una cultura al compartir las mismas costumbres, mitos, ritos,
etcétera, construían una identidad étnica que creaba lazos de solidaridad y
permitía recoger y trasmitir los conocimientos indispensables para asegurar la sobrevivencia
del grupo como tal.
Con lo anterior
podemos entender que la cosmovisión de los pueblos originarios está también formada
por mitos que le dan sustento al pensamiento y al proceder de sus miembros,
todas las actividades que conformaban su cultura estaban intrínsicamente
relacionadas, por tanto todos los ámbitos de su existencia eran regidos por sus
mitos, que a su vez hacían posible el culto a los protagonistas de estas
narraciones convertidos en dioses, así para darles sustento y continuidad a
estas historias se crearon los ritos, en este circulo mito—culto—rito, que a la
vez se que reforzaban la cohesión entre los pobladores, permitía la repetición
y trasmisión de los mitos.
La construcción de una nueva cultura
La conquista no significó la destrucción total de las culturas
mesoamericanas, los españoles procuraron la supervivencia de muchos elementos
fundamentales para la realidad prehispánica, otros sin embargo perdieron esta
integración al sistema ideológico y adquirieron una función y representación
nuevas, entre éstos, los mitos religiosos que ya no se vivieron como la parte
de un todo integrado, del que tomaban forma y sustento sus ideas y acciones.
El propósito es saber si después del mestizaje entre las
culturas mexica y la española y como resultado de esta unión el desarrollo de
una nueva mentalidad y una nueva cultura, los mitos de origen de los mexicas aún
conservan la capacidad de dar identidad, y cohesión con el grupo.
Dotar de identidad dice Florescano, es una de las funciones
históricas del mito, pero ¿es necesario saber la génesis del mito?, “Sí, porque
el propósito es verlo inmerso en la corriente histórica, como un producto
social. Pero no sólo es necesario tomar en cuenta el génesis, sino su capacidad
generadora y condicionadora de otros procesos, ya que se trata de un hecho
ideológico”, [7]
que modifica la visión del mundo cada vez que se escucha el relato, sin
importar las veces que se le escuche, cada una será diferente a la anterior“, cada
narración es una nueva creación, el relato va cambiando a paso propio, llevado
por su dinámica y las circunstancias”[8]. Porque toda
interpretación de un hecho pasado se interpreta en el presente, “Ahora se sabe
que el pasado depende parcialmente del presente”.[9]
Este relato que ha trascendido hasta nuestros días no es el
mismo que se contó muchos años atrás, porque cada vez que se cuenta su
representación es contemporánea, y la realidad del mito cambia, “Pero ni es el
mismo mito ni es otro distinto. Transita de una tradición a otra modificándose
profundamente, porque no sólo esta compuesto de palabras, En el transito se
tiñe con la asimetría que esta más allá de lo lingüístico, porque es parte de
otro paso mayor”. [10]
El valor de los
mitos es mostrarnos como con estos relatos los antiguos pobladores resolvían sus
miedos. Trato de situarme en su entorno y suponer el miedo y la desesperación
que sentiría al enfrentarme a la fuerza de la naturaleza, en una noche
lluviosa, iluminada sólo de vez en vez con la luz de un rayo y segundos después
el rugido del trueno. En la actualidad casi todos sabemos a grandes rasgos que
causa este fenómeno natural y aún así nos sentimos medrosos y vulnerables. Me
imagino lo reconfortante que fue para los mexicas, tener una narración que
explicara éste y otros fenómenos naturales. Además al compartir el mito dentro
de su comunidad los integraba como miembros de la misma.
Algunos mitos han
llegado hasta nuestra época y con base en ellos podemos reflexionar sobre cómo
era el mundo que los rodeaba a los mexicas e incluso el que imaginaban, antes
que la ciencia diera explicación al origen del hombre, a los fenómenos
naturales o la rotación de la tierra, nuestros antepasados crearon este sistema
de ideas, que daba solución a sus preguntas, que daba sosiego a sus miedos y
daba cohesión e identidad étnica.
El
mito de origen del hombre es uno de los más hermosos e interesantes de la cosmovisión
mexica, (López Lujan, 1996), Quetzalcóatl el dios mexica es el creador del
hombre actual. Antes que él, otros dioses ya habían creado hombres, pero éstos
habían perecido ya sea disueltos o convertidos en peces, por un diluvio o
llevados por el viento y convertidos en monos. La leyenda de los soles dice que
Quetzalcoatl bajó hasta el inframundo a los dominios de Mictlatecuhtli. Toma
los huesos sagrados de los ancestros de hombre y mujer, Mictlatecuhtli, que en
un inicio le permite llevárselos cambia de opinión y ordena a sus mensajeros
que lo alcancen y le quiten los huesos. Quetzalcoatl corre con los huesos, cae
en un pozo y muere. Cuando despierta del sueño eterno, recoge los huesos y los
lleva a donde moran los dioses, los muele en una vasija sagrada y sangra su
pene sobre ellos, así nacieron los hombres llamados macehuales, que significa
por los que los dioses hicieron penitencia. Estos hombres fueron hechos para
adorar a los dioses para que no perezcan.
Me
parece que un mito como éste al ser narrado crea en quién lo escucha un
sentimiento de cohesión con el grupo, por el hecho de haber sido construidos a
partir de la misma sustancia, orgullo por ser creado por un dios, la obra que
no tuvo un fatal desenlace y por haber recibido el favor de la penitencia de Quetzalcoatl
que derramó su sangre a favor de los hombres. Con el don de la vida y la
certeza del amor del dios por su creación y la sangre de un dios derramada en
penitencia el hombre no podía más que adorarle y construir ritos para demostrar
su agradecimiento, ofreciendo hasta su sangre, situada en alta estima como
dadora de vida.
Me
fue muy interesante hacer este trabajo por el hecho de que tanto cultura científica
como estudios sociales e históricos y lenguaje y pensamiento se pudieran
relacionar, porque los textos que he leído en las tres materias han coincidido
en algunos temas, como son: el lenguaje, la cultura, los mitos, entre otros y
se han conjuntado para facilitar el aprendizaje, no sólo de los hechos o las tesis
sino de las ideas y como a partir de estas se generan los inventos, los
descubrimiento y hasta los cambios sociales.
Lo que me deja
claro es que para tener un cambio social, lo primero sería lograr un cambio en
la forma de pensar de la sociedad, tal vez pensar en un mundo mejor sea
utópico, pero los procesos históricos son a largo tiempo y así como salimos del
mar y evolucionamos, de las cavernas y hablamos y construimos culturas, así
como pasamos del servilismo al liberalismo, también podremos desarrollar otra
forma de vincularnos con nuestra especie y con las demás, sin ser esclavos o
siervos, pero tampoco amos o depredadores. Tal vez el punto medio, el
equilibrio del hombre con todo lo que le rodea tarde mucho tiempo y no lo
tenemos, destruimos el planeta a pasos agigantados. Ese mundo mejor, espero, lo
verán las próximas generaciones y pienso que al encontrarse con un mito, éste
les aportará afinidad e identidad de grupo.
BIBLIOGRAFÍA
B. Tylor, Edward,
citado en Una brevísima introducción a la
antropología social y cultural, Monaghan John, Peter Just, Edit. Océano,
p.55
Florescano Enrique,
2000, Para qué estudiar y enseñar
historia, México, Edit. IEESA, pp.27-29
García Berrio,
en Orfeo y Eurípides en un relato de
Julio Cortázar, de Francisco Javier Capitán Gómez, www.ucm.es/info/amaltea/revista/cero/10_Capitan.pdf
Girard, La violencia y lo sagrado, pp. 100, 101
y 103
Lévi-Strauss,
Antropología estructural, cita en Los
mitos del tlacuache: Caminos de la mitología Mesoamericana, México, 1998,
UNAM
López Austin,
Alfredo, Los mitos del tlacuache:
Caminos de la mitología Mesoamericana, México, 1998, UNAM, p.102
Morin Edgar, El método, p. 40
Redford, Donald B,
2003, Hablan los dioses, Diccionario de
la región Egipcia. Barcelona, Edit. Crítica, S. L. p. 173
Repetto Talavera
Elvira, Fundamentos de la orientación,
Edit. Morata, Madrid, 1992, p.143
Ricoeur Paul, Del simbolismo a la hermenéutica,
1950-1985. Madrid, Edit. Gráficas Loureiro,
Wulf Christoph, Antropología, historia, cultura, filosofía,
traductor Barreto González Daniel, Edit. Anthropos, p.37
[2] García Berrio, en Orfeo y
Eurípides en un relato de Julio Cortázar, de Francisco Javier Capitán
Gómez, www.ucm.es/info/amaltea/revista/cero/10_Capitan.pdf
[3]Enrique Florescano, 2000, Para qué estudiar y enseñar historia, México, Edit. IEESA, pp.27-29
[4]Lévi-Strauss, Antropología estructural, en Los
mitos del tlacuache: Caminos de la mitología Mesoamericana, México, 1998, UNAM
[6] López Austin, Alfredo,
Los mitos del tlacuache: Caminos de la mitología Mesoamericana, México, 1998,
UNAM, p.102
[7]López Austin, Alfredo, Los mitos del
tlacuache: Caminos de la mitología Mesoamericana, México, 1998, UNAM, p.102
[8] Ídem
[9] Jacques Le Goff, Pensar en historia, España, Edit. Paidos, 2005, p. 52
[10]López Austin, Alfredo, Los mitos del tlacuache:
Caminos de la mitología Mesoamericana, México, 1998, UNAM, p.102
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